Comprende el diagnóstico y el tratamiento del individuo en los tres ámbitos más importantes de la osteopatía, que son el estructural, el visceral y el craneal. La integración de todos los sistemas nos ayuda a conocer el diagnóstico real del paciente, y por tanto el poder tratar la causa primaria de su desequilibrio.
Lo que intenta es que el cuerpo movilice bien sus funciones, como por ejemplo que los intestinos funcionen correctamente, que la columna se mueva bien o que el cráneo esté libre para realizar su función.
Debemos mirar el cuerpo como unidad. Es así como sabemos que las alteraciones del sistema neuromusculoesquelético tienen relación con la biomecánica del cuerpo y pueden influir en la función natural de otras estructuras, como los órganos, el sistema neurológico y el endocrino.
“La osteopatía es la medicina del movimiento, y lo que hacemos es que todo se mueva para que todo funcione correctamente.”
Un tejido que no se mueve se empobrece y a la larga puede crear una enfermedad. De ahí la importancia del movimiento. Y de ahí que aconsejamos que se realice algún ejercicio físico. En la osteopatía se realizan desde técnicas manuales de alta velocidad a técnicas más suaves, siempre dependiendo del paciente, tipo de lesión, el estado de la lesión y los objetivos planteados.
La osteopatía clínica consiste en la manipulación, estiramientos y movilización de articulaciones, ligamentos, músculos, fascias, tendones, vísceras, huesos del cráneo…
Debemos dominar perfectamente el conocimiento de la anatomía y de la fisiología.
Un paciente con un dolor lumbar inicial y dolor cervical con migrañas, por ejemplo, puede ser tratado de sus lumbares pero también de todo el aparato digestivo y del cráneo. El sistema neurológico lo engloba todo y lo interrelaciona todo, y en eso se basa la osteopatía.